El filósofo español Daniel Innerarity (1959).
Innerarity, D. La sociedad del desconocimiento. Galaxia Gutenberg. 2022. 256 pp. Ensayo. Adelanto: Terraplanistas y negacionistas: bienvenidos a la sociedad del desconocimiento. “El País” Ideas 356 (6-III-2022). Nunca el conocimiento había sido tan importante y a la vez tan sospechoso. En la era de la racionalidad triunfante, de la ciencia institucionalizada, de los avances tecnológicos y los sistemas inteligentes aparece una constelación extraña: al mismo tiempo que la ciencia goza de un enorme reconocimiento, muchas personas recelan de ella, desde la mera desconfianza hasta el negacionismo extremo. Este rechazo no se explica sin más por la resistencia irracional hacia el conocimiento, propia de las sociedades tradicionales; nos está diciendo algo acerca del tipo de generación de conocimiento característico de nuestras sociedades. No entenderemos la sociedad en la que vivimos si no damos una explicación adecuada de este extraño antagonismo. No está en juego la racionalidad y su contrario, sino una cierta metamorfosis de la idea misma de racionalidad, que ya no puede definirse cómodamente frente a su simple negación. Perderíamos una gran ocasión de conocernos a nosotros mismos si descalificáramos esta incredulidad como una reacción al progreso civilizatorio. Hemos entendido la ignorancia como si fuera lo contrario de la racionalidad, pero apenas hemos reflexionado sobre la unidad de conocimiento y desconocimiento que nos caracteriza. Como siempre, el avance del conocimiento nos hace, a la vez, más sabios y más ignorantes. No hay descubrimiento científico o invención tecnológica que no lleve apareado, como su sombra, un nuevo desconocimiento. Qué hagamos con lo desconocido va a jugar un papel cada vez más importante en nuestra vida personal y colectiva.
Innerarity, D. El drama de decidir. “El País” (1-V-2020). Quienes gestionan la crisis han de atender a varios mundos con valores e intereses divergentes.
Innerarity, D. Deberes lejanos. “El País” (20-VII-2020). Mucha gente no reconoce lo inmediato o no cumple con los deberes que no ve urgentes, como ocurre ahora con la falta de prevención ante la amenaza del coronavirus.
Innerarity, D. Las certezas que tenemos. “El País” (12-VIII-2020). La relación de necesaria colaboración entre política y ciencia.
Innerarity, D. La democracia y la verdad. “El País” (10-IX-2020). Plantear la vida política como una batalla entre el bien y el mal equivale a acabar con ella. En el origen del tensionamiento actual está el recurso a la condena moral, cuando hubiera bastado el rechazo político. [https://elpais.com/opinion/2020-09-09/la-democracia-y-la-verdad.html]
Innerarity, D. El poderoso encanto de la impotencia. “El País” (12-X-2020). Si hay tantos actores políticos incapaces de llegar a los acuerdos necesarios para transformar la sociedad es porque han descubierto que resulta mucho más confortable gestionar la intransigencia que la cesión. [https://elpais.com/opinion/2020-10-11/el-poderoso-encanto-de-la-impotencia.html]
Innerarity, D. El poder democrático. “El País” (3-XII-2020).
Innerarity, D. La pandemia de los datos. “El País” (22-I-2021). El incremento exponencial de la cantidad de datos no nos acerca a la comprensión del mundo, como evidencia la pandemia del coronavirus.
Innerarity, D. Contra la superioridad moral. “El País” (15-III-2021). Los políticos no han de arrogarse una superioridad moral sobre los contrincantes, sino procurar mejorar.
Innerarity, D. Arrogantes y crédulos. “El País” (12-IV-2021). El antagonismo entre los que lo fían todo a la ciencia y los negacionistas a ultranza.
Innerarity, D. Grandes datos, pequeña política. “El País” Ideas 309 (18-IV-2021).
Innerarity, D. Inteligencia artificial y democracia. “El País” (9-VI-2021).
Innerarity, D. Las máquinas, las instituciones y la democracia. “El País” Semanal 2.335 (27-VI-2021). La tecnología y la democracia tienen en común conceptos como control y delegación, supervisión y confianza.
Innerarity, D. La democracia de los algoritmos. “El País” (7-VIII-2021).
Innerarity, D. La sociedad de las crisis. “El País” (2-IX-2021). Las democracias tienen dificultades para gestionar los conflictos actuales porque están diseñadas para un mundo que en parte ya no existe.
Innerarity, D. Cambiar la sociedad. “El País” (21-I-2022).
Innerarity,
D. Igualdad algorítmica. “El País”
(13-V-2022). Los dispositivos tecnológicos no pueden suplir el debate
democrático, pero pueden facilitar la realización de los objetivos que
decidamos.
Innerarity, D. El estancamiento. “El País” (18-VII-2022).
En la democracia española hay más rechazo que elección, más descarte que
preferencia.
Innerarity, D. El cuerpo en una democracia. “El País” (15-VIII-2022).
Innerarity, D. La izquierda y el placer. “El País” (12-X-2022).
Innerarity, D. La oposición, al asalto. “El País” (12-I-2023).
[https://elpais.com/opinion/2023-01-12/la-oposicion-al-asalto.html] Los ataques
de los populistas exaltados en Estados Unidos y Brasil serían imposible sin una
perversión del discurso político. La pretensión de los populistas de hablar en
nombre del pueblo les incapacita para aceptar los procedimientos democráticos.
Los líderes populistas no aceptan la derrota porque no esperan a tener otra
oportunidad de ganar en el futuro, porque vivimos en la urgencia del presente.
Es como si el mandato político fuera una “última oportunidad” que ha de
aprovechar quien gobierna para hacer sin mirar el mañana, mientras que la
oposición se embarca en la destrucción de la mayoría gobernante. Como
consecuencia, el debate político entre Gobierno y oposición se polariza y se
dificultan los pactos, consustanciales a una verdadera democracia. Innerarity
concluye que una oposición exagerada y radical en realidad favorece a los
gobernantes, sean Biden, Lula o Sánchez, y que aquella no cejará hasta
comprobar su despropósito, pues: ‹‹Una oposición que deslegitima al
Gobierno sin ninguna moderación puede terminar careciendo de argumentos
creíbles para rechazar las formas injustificables de hacerle frente (como la
violencia) y, de paso, situarse fuera de la credibilidad política que necesita
para volver a gobernar.››
Innerarity, D. La ciencia y la gente. “El País” (10-III-2023).
La sociedad debe controlar la ciencia para que no vulnere los límites.
Innerarity, D. La cordialidad política. “El País” (24-III-2023).
La creciente polarización política hasta llegar al sectarismo no permite
ampliar los apoyos electorales ni construir mayorías parlamentarias y sociales
con otros agentes políticos.
Innerarity, D. Una moratoria artificial. “El País” (24-IV-2023).
La petición de paralizar el desarrollo de la IA es alarmista y poco realista,
pero sirve para concienciar de la necesidad de un mayor debate, para la
supervisión y regulación.
Innerarity, D. Demasiada conexión. “El País” (28-V-2023).
La hiperconectividad marca la vida contemporánea. Por un lado nos confiere una
gran libertad, pero también fortalece la incitación al consumo.
Innerarity, D. La histeria digital. “El País” (5-VIII-2023).
Los expertos en IA que avisan de sus peligros parecen menos interesados por sus
problemas en el presente.
Innerarity, D. El futuro de la democracia. “El País”
(3-XI-2023). La derecha tiene nostalgia del pasado, la izquierda se ha vuelto
conservadora y se busca el bienestar privado ignorando lo público.
Innerarity, D. Para ganar a la extrema derecha. “El
País” (5-XII-2023). Si queremos comprender a los ultras hay que reconocerles
una coherencia ideológica mayor de la que les suponemos, puesto que han logrado
traducir sentimientos de origen socioeconómico en la gramática de la
inseguridad cultural y nacional. La extrema derecha ha entendido que la
política es más una cuestión de psicología que de sociología, y entiende la
psicología de los descontentos, su gran fuente de votos. Construye una visión
propia, basada siempre en el principio inmutable de “lo nacional”, para
apropiarse de los conceptos de la libertad, la igualdad, la laicidad o el
feminismo, conceptos que antes eran del liberalismo y la izquierda.
Innerarity, D. Los miedos ajenos. “El País” (31-I-2024).
La vida política se ha degradado hoy hasta el punto de que, a falta de una
esperanza creíble y movilizadora, resulta más fácil agitar el temor a los
otros, una de las maniobras más torpes.
Innerarity, D. Contra la polarización. “El País”
(26-II-2024).
Innerarity,
D. Democracias sin tiempo. “El
País” (18-III-2024). Hay una excesiva dramatización política, como si no
hubiera continuidad en el futuro y todo tuviera que decidirse en el ahora. Así
no hay aceptación de la derrota democrática, porque se entiende que no habrá
después una oportunidad de ganar, una catástrofe definitiva, sin remedio.
Propone mejorar la institucionalidad y aplicar las reformas con una vista larga
y paciente, con más tiempo.
Innerarity, D. Los reaccionarios. “El País”
(21-V-2024). Para defender la democracia hay que apoyar a la derecha clásica en
vez de ahondar en el combate entre derecha e izquierda.
Innerarity, D. La juristocracia. “El País”
(24-VII-2024). Sustituir la política por el Derecho es una estrategia para
sustraer más asuntos de su desarrollo democrático.
Innerarity, D. Estado de derechas. “El País”
(8-VII-2024). Hay una pulsión en el conservadurismo y el populismo autoritario
para entender el Estado de derecho solo como “ley y orden”, derecho penal más
que derechos sociales. En el mundo (y en España) se evidencia en la severidad
de la acción judicial y policial frente a los derechos de expresión y
manifestación; en la mano dura contra la migración, sin aplicar el derecho de
asilo; la judicialización del conflicto catalán, que ahora lleva a que algunos
jueces y fiscales desafíen el cumplimiento de la ley.
Innerarity, D. La democracia debe desconfiar del poder y de la gente. “El País” (19-VIII-2024). La crisis actual de los sistemas democráticos deriva de la falta de autocrítica de su modelo liberal. Es preferible un modelo de democracia parlamentaria equilibrado con instituciones independientes del cambiante voto popular.
Artículos colectivos.
Champeau, Serge; Innerarity, Daniel. Estables democracia del odio. “El País” Ideas 299 (7-II-2021). La agresividad del debate político no significa necesariamente que la democracia está en peligro inminente, pues en gran medida es una reacción de impotencia de unos individuos que se saben contenidos por una estructura institucional o los marcos legales.