Sánchez-Vallejo, María Antonia. Umberto Eco / Novelista, ensayista y semiólogo. ‘La cultura no está en crisis; es crisis’. “El País” (24-V-2013) 42.
Cruz, Juan. Umberto Eco. ‘El que se sienta totalmente feliz es un cretino’. “El País” Semanal 1.644 (30-III-2008) 40-47.
Cruz, Juan. Entrevista. Umberto Eco. “El País” Semanal 2.009 (29-III-2015) 26-31. Sobre su nueva novela, Número cero.
Artículos.
Ordaz, P. Italia despide a Umberto Eco, el sabio que llegó al gran público. “El País” (21-II-2016) 31.
Cruz, Juan. Lucidez, sudor, ideas y whisky. “El País” (21-II-2016) 32.
Molinero, Pablo; García, Juan José. Un infinito amor por el libro. “El País” (21-II-2016) 32.
Llovet, Jordi. El nuevo intelectual. “El País” (21-II-2016) 33.
Lozano, Jorge. Umberto Eco, Funes el memorioso. “El País” (22-II-2016) 30.
Salas, María. Un funeral multitudinario y laico despide a Umberto Eco. “El País” (24-II-2016) 26.
Lozano, Helena. Un maestro especial. “El País” (24-II-2016) 26.
Muñoz Molina, Antonio. Cerca de Umberto Eco. “El País” Babelia 1.266 (27-II-2016) 4. Un encuentro frustrado con el admirado Eco.
Salas, María. Eco pidió en su testamento no recibir homenajes. “El País” (24-III-2016).
Scolari, Carlos. De Picasso a Pikachu. “El País” Babelia 1.298 (8-X-2016). Medio siglo del ensayo de Eco ‘Apocalípticos e integrados’, que en parte sigue vigente.
Lozano, Jorge. Cuando Superman entró en la universidad. “El País” Babelia 1.298 (8-X-2016).
El semiólogo italiano
Paolo Fabbri (1939-2020).
Lozano, Jorge. Obituario. Paolo Fabbri, la pluralidad de la mirada semiótica. “El País” (3-VI-2020).
El filósofo y jurista italiano Luigi
Ferrajoli (1940).
El
filósofo y jurista italiano Luigi Ferrajoli (Florencia, 1940). Licenciado en Derecho en 1962, fue discípulo de Norberto Bobbio. Juez desde 1965 a 1975, profesor y autor de relevantes estudios sobre el Derecho y la democracia. Es conocido por su libro Constitucionalismo más allá del Estado (Trotta, 2011). Aboga por una Constitución de la Tierra, con
instituciones globales que afronten problemas como el cambio climático, el
hambre, las migraciones, las armas nucleares, los conflictos armados, la falta
de fármacos o el peligro de las pandemias.
Ferrajoli, L. Constitucionalismo más allá del Estado.
Trotta.
Ferrajoli, L. Derecho y razón. Trotta. 1.000 pp.
Ferrajoli, L. Principia iuris. Teoría del derecho y la
democracia. 2007. 3 vs.
Ferrajoli, L. Por una Constitución de la Tierra. Trad.
de Andrés Ibáñez. Trotta. 2022. Reseña y perfil del famoso teórico del derecho.
de García Jaén, Braulio. El padre de la
Constitución global. “El País” Ideas 366 (15-V-2022).
Entrevistas.
García Jaén, Braulio. Luigi Ferrajoli / Filósofo y jurista. ‘La UE
debería haberse hecho cargo de la crisis desde el principio’. “El País” (28-III-2020).
Artículos.
Ferrajoli,
Luigi. El ascenso de las políticas
inhumanas. “El País” Ideas 415 (23-IV-2023). Las políticas de Meloni contra
los inmigrantes ilegales son crueles y se inscriben en una deshumanización que
crece en Europa.
El filósofo italiano Paolo Flores d’Arcais (1944).
Paolo Flores
d’Arcais (Cervignano del Friuli, 1944).
Artículos de Flores d'Arcais.
Flores d’Arcais, Paolo. Una cruzada oscurantista. “El País” (1-IV-2007) 17. Sobre la presión ideológica del Papa.
Flores d’Arcais, Paolo. Hungría se desliza hacia el fascismo. “El País” (7-I-2012) 6. El gobierno ultraderechista de Viktor Orbán practica un neofascismo moderno.
Entrevistas.
Arroyo, Francesc. Entrevista. Paolo Flores d’Arcais / Filósofo. “La posición del Papa es oscurantista y peligrosa. “El País” (30-X-2006) 48.
Domínguez, Í. Paolo
Flores d’Arcais. ‘Ahora una revolución es el mínimo indispensable’. “El
País” Ideas 256 (12-IV-2020). Ha publicado Questione di vita e di morte. Una
analogia filosofica del diritto all’eutanasia. Einaudi. 2020.
El filósofo y político italiano Antonio Gramsci (1891-1937).
Libros.
Gramsci, A. Cuadernos
de la cárcel I. Cuadernos 1-5 (1925-1932). Trad. de Antonio J. Antón
Fernández, e introd. de Anxo Garrido. Akal. 2023. 704 pp. Primero de tres tomos
de los 29 cuadernos, según la edición de Valentino Gerratana (Einaudi, 1975).
Reseña de Estefanía, Joaquín. Nueva
edición de los ‘Quaderni’. “El País” Babelia 1.626 (1-IV-2023).
Gramsci, A. Escritos (antología).
Ed. de César Rendueles. Trad. de Manuel Sacristán y César Rendueles. Alianza.
2017. 424 pp.
Libros de otros.
Entwistle, Harold. Antonio
Gramsci, una educación conservadora para una política radical. Trad. de
Enrique Galindo Fernández. Akal. 2023. 240 pp.
Pearmain, Andrew. Antonio
Gramsci. Una biografía. Trad. de Teresa Arijón. Siglo XXI. 2023. 328 pp. Antonio Gramsci. A Biography (Communist
Lives). Bloomsbury Publishing. 2020. 248 pp. [https://www.pagina12.com.ar/522324-se-publica-una-biografia-de-antonio-gramsci]
Reseña de Estefanía, Joaquín. El
retorno permanente de Gramsci. El profeta de la derrota. “El País” Babelia
1.626 (1-IV-2023).
Vacca,
Giuseppe. Vida y pensamiento de Antonio
Gramsci (1926-1937). Trad. de Antonio J. Antón Fernández. Akal. 2020. 464
pp.Vargas Machuca, Ramón. El poder moral de la razón. La filosofía de Gramsci. Tecnos. Madrid. 1982.
Artículos.
Estefanía, Joaquín. Las cenizas de Antonio Gramsci. “El País” (5-XII-2010) 47.
Vargas Machuca, Ramón. El Gramsci de todos. “El País” (27-IV-2017). Actualidad del pensador italiano.
El filósofo italiano Félix Guattari (1930-1992).
Guattari, Félix. La revolución molecular. Trad. de Guillermo de Eugenio Pérez. Errata Naturae. 2017 (1977 italiano). 563 pp. Reseña de Molina, Ángela. Conspirar y respirar. “El País” Babelia 1.327 (29-IV-2017).
El filósofo italiano Giacomo Marramao (1946).
Cruz, Manuel. Un filósofo al cuidado del presente. “El País”, Babelia 802 (7-IV-2007) 8. Sobre el filósofo italiano Giacomo Marramao.
El filósofo italiano Antonio Negri (1933).
Rojo, José Andrés. Antonio Negri. ‘Europa actúa de forma estúpida’. “El País” Domingo (10-V-2015) 9.
El escritor y filósofo italiano Nuccio Ordine (1958).
Nuccio Ordine (Diamante, 1958), profesor de Literatura en la Universidad de Calabria, ensayista de extraordinario éxito en su país y el extranjero, reivindica el valor de las Humanidades para el futuro del hombre, experto en el Renacimiento.
‹‹”La unificación técnico-económica del mundo que trajo el
capitalismo agresivo en los años noventa ha generado una enorme paradoja que la
emergencia del coronavirus ha hecho ahora visible para todos: esta
interdependencia entre los países, en lugar de favorecer un real progreso en la
conciencia y en la comprensión de los pueblos, ha desatado formas de egoísmo y
de ultranacionalismo. El virus ha desenmascarado esta ausencia de una auténtica
conciencia planetaria de la humanidad”. Edgar Morin habla con su habitual
pasión por Skype. Él, como millones de europeos, se encuentra confinado en su
casa del sur de Francia, en Montpellier, con su esposa.
Está considerado como uno de los filósofos contemporáneos
más brillantes; a los 98 años (el 8 de julio cumplirá 99) Morin lee, escribe,
escucha música y mantiene contacto con amigos y parientes. Sus ganas de vivir
demuestran con fuerza el drama de un azote que está aniquilando a miles de
ancianos y de enfermos con patologías previas. “Sé bien —dice con tono irónico—
que podría ser la víctima por excelencia del coronavirus. A mi edad, sin
embargo, la muerte está siempre al acecho. Por lo tanto es mejor pensar en la
vida y reflexionar sobre lo que pasa”.
Pregunta. La mundialización de la que habla ha
creado un gran mercado global que, a través de la tecnología más avanzada, ha
reducido considerablemente las distancias entre continentes. Pero esta reducción
de las distancias no ha favorecido un diálogo entre los pueblos. Al contrario,
ha fomentado el relanzamiento del cierre identitario en sí mismo, alimentando
un peligroso soberanismo.
Respuesta. Vivimos en un gran mercado planetario
que no ha sabido suscitar sentimientos de fraternidad entre los países. Ha
creado, de hecho, un miedo generalizado al futuro. Y la pandemia del
coronavirus ha iluminado esta contradicción haciéndola aún más evidente. Me
hace pensar en la gran crisis económica de los años treinta, en la que varios
países europeos, Alemania e Italia sobre todo, abrazaron el ultranacionalismo.
Y, pese a que falte la voluntad hegemónica de los nazis, hoy me parece
indiscutible este cierre en sí mismos. El desarrollo económico-capitalístico, entonces,
ha desatado los grandes problemas que afectan nuestro planeta: el deterioro de
la biosfera, la crisis general de la democracia, el aumento de las
desigualdades y de las injusticias, la proliferación de los armamentos, los
nuevos autoritarismos demagógicos (con Estados Unidos y Brasil a la cabeza).
Por eso, hoy es necesario favorecer la construcción de una conciencia
planetaria bajo su base humanitaria: incentivar la cooperación entre los países
con el objetivo principal de hacer crecer los sentimientos de solidaridad y
fraternidad entre los pueblos.
P. Intentemos analizar esta contradicción en una
escala reducida, tomando en consideración el microcosmos de las relaciones
personales. La incursión del virus ha puesto en crisis la ideología de fondo que
ha dominado las campañas electorales en estos últimos años: eslóganes como “America First”, “La France d’abord”, “Prima gli italiani”, “Brasil
acima de tudo” han
ofrecido una imagen insular de la humanidad, en la que cada invididuo parecer
ser una isla separada de las otras (utilizando la bonita metáfora de una
meditación de John Donne). En cambio, la pandemia ha mostrado que la humanidad
es un único continente y que los seres humanos están ligados profundamente los
unos a los otros. Nunca como en este momento de aislamiento (lejos de los
afectos, de los amigos, de la vida comunitaria) estamos tomando conciencia de
la necesidad del otro. “Yo me quedo en
casa” significa no solo protegernos a nosotros mismos sino también a los
otros individuos con los que formamos nuestra comunidad.
R. Así es. La emergencia del virus y las medidas
que nos obligan a quedarnos en casa han terminado por estimular nuestro
sentimiento de fraternidad. En Francia, por ejemplo, cada noche tenemos una
cita en nuestras ventanas para aplaudir a nuestros médicos y al personal
hospitalario que, en primera línea, asiste a los enfermos. Me he emocionado, la
semana pasada, cuando he visto en televisión, en Nápoles y en otras ciudades
italianas, a las personas asomarse a los balcones para cantar juntas el himno
nacional o para bailar al ritmo de las canciones populares. Pero está también
la otra cara de la moneda. La experiencia nos enseña que todas las graves
crisis pueden incrementar fenómenos de cierre y de angustia: la caza al
infractor o la de necesidad un chivo expiatorio, a menudo identificado con el
extranjero o el migrante. Las crisis pueden favorecer la imaginación creativa
(como ocurrió con el New Deal) o
provocar regresión.
P. ¿Alude también a la Europa que frente a la
emergencia sanitaria ha revelado, una vez más, su incapacidad de programar
estrategias comunes y solidarias?
R. Por supuesto. La pseudo Europa de los
banqueros y de los tecnócratas ha masacrado en estas décadas los auténticos
ideales europeos, cancelando cada impulso hacia la construcción de una
conciencia unitaria. Cada país está gestionando la pandemia de manera
independiente, sin una verdadera coordinación. Esperemos que de esta crisis
pueda resurgir un espíritu comunitario capaz de superar los errores del pasado:
desde la gestión de la emergencia de los migrantes hasta el predominio de las
razones financieras sobre las humanas, desde la ausencia de una política
internacional europea a la incapacidad de legislar en la materia fiscal.
P. ¿Cuál ha sido su reacción frente al primer
discurso de Boris Johnson, al despiadado cinismo con el que ha invitado a los
ciudadanos británicos a prepararse a los miles de muertos que el coronavirus
provocaría y a aceptar los principios del darwinismo social (la supresión de
los más débiles)?
R. Un ejemplo claro de cómo la razón económica
es más importante y más fuerte que la humanitaria: la ganancia vale mucho más
que las ingentes pérdidas de seres humanos que la epidemia puede infligir. Al
fin y al cabo, el sacrificio de los más frágiles (de las personas ancianas y de
los enfermos) es funcional a una lógica de la selección natural. Como ocurre en
el mundo del mercado, el que no aguanta la competencia es destinado a sucumbir.
Crear una sociedad auténticamente humana significa oponerse a toda costa a este
darwinismo social.
P. El presidente Macron ha utilizado la metáfora
de la guerra para hablar de la pandemia. ¿Cuáles son las afinidades y las
diferencias entre un verdadero conflicto armado y lo que estamos viviendo?
R. Yo, que he vivido la guerra, conozco bien los
mecanismos. Primero, me parece evidente una diversidad: en guerra, las medidas
de confinamiento y toque de queda son impuestas por el enemigo; ahora en cambio
es el Estado el que lo impone contra el enemigo. La segunda reflexión tiene que
ver con la naturaleza del adversario: en una guerra es visible, ahora es
invisible. También para aquellos como yo, que han participado en la
resistencia, la analogía podría funcionar igualmente: para los partisanos la
Gestapo era como un virus, porque se metía en cualquier lado, porque todo lo
que estaba alrededor de nosotros habría podido tener oído para informar y
denunciar. Ahora no sé si este periodo de confinamiento durará el tiempo
suficiente para provocar restricciones que podrían recordar el racionamiento de
la comida y los comercios ocultos del mercado negro. Pienso, y espero, que no.
De todos modos, no creo que utilizar la metáfora de la guerra pueda ser más
útil para comprender esta resistencia a la epidemia.
P. A propósito de la solidaridad humana: ¿no le
parece que los científicos en este momento están promocionando una colaboración
internacional para buscar la derrota del virus? ¿La llegada de médicos chinos y
cubanos en el norte de Italia no es una señal de esperanza?
R. Esto es indiscutiblemente positivo. La red
planetaria de investigadores testifica un esfuerzo hacia un bien común
universal que cruza las fronteras nacionales, los idiomas, el color de la piel.
Pero no se deben infravalorar los fenómenos de cohesión nacional: estar, lo recordaba
antes, alrededor de los operadores sanitarios que trabajan en los hospitales.
Muchos, sin embargo, son dejados fuera de estas nuevas formas de agregación
solidaria: personas solas, ancianos y familias pobres no conectadas a la Red,
sin contar a los que viven en la calle porque no tienen una casa. Si este
régimen durara por un periodo largo, ¿cómo seguiríamos cultivando las
relaciones humanas y cómo conseguiríamos tolerar las privaciones?
P. Me gustaría que abordáramos otra vez el tema
de la ciencia. Después del desastre de la Segunda Guerra Mundial, las primeras
relaciones entre Israel y Alemania se produjeron a través de los científicos.
El año pasado, mientras visitaba el CERN de Ginebra con Fabiola Gianotti, vi
alrededor de una mesa investigadores que procedían de países en conflicto entre
ellos. ¿No piensa que la investigación científica de base, la que no espera
ganar nada, pueda contribuir a promocionar en esta emergencia de la pandemia un
espíritu de fraternidad universal?
R. Claro que sí. La ciencia puede desempeñar un
papel importante, pero no decisivo. Puede activar un diálogo entre los
trabajadores de diferentes países que en este momento trabajan para crear una
vacuna y producir fármacos eficaces. Pero no se debe olvidar que la ciencia es
siempre ambivalente. En el pasado, muchos investigadores han trabajado al
servicio del poder y de la guerra. Dicho esto, yo confío mucho en esos
científicos creativos y llenos de imaginación que ciertamente sabrán promocionar
y defender una investigación científica sólida y al servicio de la humanidad.
P. Entra las emergencias que la epidemia ha
evidenciado está sobre todo la sanitaria. En algunos países europeos, los
Gobiernos han debilitado progresivamente los hospitales con sustanciales
recortes de recursos. La escasez de médicos, enfermeros, camas y equipamientos
han mostrado una sanidad pública enferma.
R. No hay duda de que la sanidad tenga que ser
pública y universal. En Europa, en las últimas décadas, hemos sido víctimas de
las directivas neoliberales que han insistido en una reducción de los servicios
públicos en general. Programar la gestión de los hospitales como si fueran
empresas significa concebir los pacientes como mercancía incluida en un ciclo
productivo. Esto es otro ejemplo de cómo una visión puramente financiera pueda
producir desastres bajo el punto de vista humano y sanitario.
P. La sanidad y la educación constituyen los dos
pilares de la dignidad humana (el derecho a la vida y el derecho al
conocimiento) y las bases del desarrollo económico de un país. El sistema
educativo también ha sufrido recortes terribles en estas décadas.
R. La sanidad y la educación, bajo este punto
estoy de acuerdo con lo que ha escrito en sus libros, no pueden ser gestionados
por una lógica empresarial. Los hospitales o las escuelas y las universidades
no pueden generar ganancia económica (¡no deberían vender productos a los
clientes que los compran!), pero deben pensar en el bienestar de los ciudadanos
y en formar, como decía Montaigne, “cabezas bien hechas”. Se debe reencontrar
el espíritu del servicio público que en estas décadas ha sido fuertemente
reducido.
P. Ahora, con las escuelas y las universidades
cerradas, se hace necesario recurrir a la enseñanza a distancia para mantener
vivas las relaciones entre profesores y estudiantes.
R. Gracias a la tecnología se puede conseguir no
romper el hilo de la comunicación. También la televisión en Francia se está
organizando para ofrecer programas a los estudiantes de los institutos. Pero la
cuestión, como bien sabe, es de fondo: en diferentes libros míos he puesto en
evidencia los límites de nuestro sistema de enseñanza. Pienso que no se adaptó
a la complejidad que vivimos desde el punto de vista personal, económico y
social. Tenemos una conciencia dividida en compartimentos estancos, incapaz de
ofrecer perspectivas unitarias e inadecuadas para enfrentar de manera concreta
los problemas del presente. Nuestros estudiantes no aprenden a medirse con los
grandes desafíos existenciales, tampoco con la complejidad y la incertidumbre
de una realidad en constante mutación. Me parece importante prepararse para
entender las interconexiones: cómo una crisis sanitaria puede provocar una
crisis económica que, a su vez, produce una crisis social y, por último,
existencial.
P. Algunos decanos y algunos profesores han
considerado la experiencia de la pandemia como una ocasión para relanzar la
enseñanza telemática. Pienso que es necesario recordar que ninguna plataforma
digital puede cambiar la vida de un alumno. ¿Así no se corre el riesgo de
denigrar la importancia esencial de las clases en las aulas y del encuentro
humano entre profesor y estudiante?
R. Se debe distinguir la excepcionalidad
impuesta por el virus de las condiciones normales. Ahora no tenemos elección.
Pero conservar el contacto humano, directo, entre profesores y alumnos es
fundamental. Solo un profesor que enseña con pasión puede influir realmente en
la vida de sus estudiantes. El papel de la enseñanza es sobre todo el de
problematizar, a través de un método basado en preguntas y respuestas capaz de
estimular el espíritu crítico y autocrítico de los alumnos. Desde la infancia,
los estudiantes tienen que dejar rienda suelta a su curiosidad, cultivando la
reflexión crítica. Enseñar es una misión, como la que están cumpliendo ahora
los médicos: se trata, en cualquier caso, de ocuparse de vidas humanas, de
personas, de futuros ciudadanos.
P. El virus ha conseguido hacer explotar también
los límites de la rapidez. El confinamiento en nuestras casas nos ha ayudado a
redescubrir la importancia de la lentitud para reflexionar, para entender, para
cultivar los afectos.
R. Me parece indiscutible. La epidemia, con las
restricciones que ha generado, nos ha obligado a realizar una saludable
desaceleración. Yo mismo he notado un fuerte cambio en mi ritmo cotidiano: ya
no es cronometrado y jalonado como lo era antes. Cuando dejé París para vivir
en Montpellier ya noté un notable cambio en el desarrollo de mis jornadas.
Ahora, con mayor conciencia, me estoy (nos estamos) reapropiando del tiempo.
Bergson había entendido bien la diferencia entre el tiempo vivido (el interior)
y el tiempo cronometrado (el exterior). Reconquistar el tiempo interior es un
desafío político, pero también ético y existencial.
P. Precisamente ahora nos damos cuenta de que
leer libros, escuchar música, admirar obras de arte es la manera mejor de
cultivar nuestra humanidad.
R. Sin duda. El confinamiento está haciendo que
nos demos cuenta de la importancia de la cultura. Una ocasión —a través de
estos saberes que nuestra sociedad ha llamado injustamente “inútiles” porque no
producen ganancias— para comprender los límites del consumismo y de la carrera
sin pausa hacia el dinero y el poder. Habremos aprendido algo en estos tiempos
de pandemia si sabemos redescubrir y cultivar los auténticos valores de la
vida: el amor, la amistad, la fraternidad, la solidaridad. Valores esenciales
que conocemos desde siempre y que desde siempre, desafortunadamente, terminamos
por olvidar.››
Libros.
Ordine, Nuccio. La utilidad de lo inútil. Con un ensayo de Abraham Flexner. Trad. de J. Bayod Brau. Acantilado. 2013. 176 pp. Ensayo en defensa de las Humanidades. [http://www.acantilado.es/catalogo/la-utilidad-de-lo-inutil/] Reseña de García Pérez, Francisco. ¿Para qué sirve un martillo? “Diario de Mallorca” Bellver (2-I-2014) 5. / Peces, Juan. La cultura es inútil, afortunadamente. “El País” (8-I-2014) 40./ Reseña catalana de La utilitat de l’inútil, por Llovet, J. ‘Marginalia’. Clàssics per a la vida. “El País” Quadern 1.697 (19-X-2017). Ordine, Nuccio. Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal. Trad. de J. Bayod Brau. Acantilado. 2017. 192 pp. [http://www.acantilado.es/catalogo/clasicos-la-vida/] Entrevista de Hermoso, Borja. Nuccio Ordine. ‘El profesor que triunfa en la universidad es el burócrata’. “El País” (24-X-2017). El ensayista Nuccio Ordine aspira a ofrecer pistas para quienes el dinero no lo es todo con su nuevo libro, 'Clásicos para la vida'. Ordine, Nuccio. Los hombres no son islas. Los clásicos nos ayudan a vivir. Trad. de Jordi Bayod. Acantilado. 2022. 296 pp. Els homes no són illes. Els clàssics ens ajuden a viure. Trad. catalana de Jordi Bayod. Quaderns Crema. 2022. 281 pp. Guía de
lectura de autores clásicos vertebrada por el concepto de la solidaridad. Entrevista
de Hermoso, Borja. Nuccio Ordine. “Estamos
más conectados que nunca… pero estamos solos”. “El País” Semanal 2.402 (9-X-2022).
Artículos de Ordine.
Ordine, Nuccio. Perder tiempo para ganarlo. “El País”
(5-XII-2020). La educación requiere tiempo, lentitud, para humanizar la vida.
Hoy se olvida que el término griego skholé
significa ocio, tiempo libre, para formarse más allá de un objetivo práctico.
Ordine, N. Pan para el espíritu. “El País” (23-I-2021). Hay que educar a los
ciudadanos en valores como la solidaridad y el amor por la cultura.
Ordine, N. Los estudiantes no son pollos de engorde. “El País” (18-IX-2021).
Ordine, N. Calidad de vida: una reflexión filosófica. “El País” Semanal 2.376
(10-IV-2022). Los conceptos de salud y bienestar trascienden lo físico y
enlazan con la plenitud mental y moral. Retoma las enseñanzas de Marcial,
Séneca, Giordano Bruno y Auguste Comte.
Ordine, N. El caballo de Troya, en la Universidad. “El
País” (3-XI-2022). La pésima idea de convertir las universidades en empresas y
a los estudiantes en clientes.
Ordine, N. Dos mil kilómetros de muro europeo. “El País” (8-III-2023). Critica
a los partidos xenófobos que tratan de modo inhumano a los migrantes. Olvidan
que sus antepasados también fueron migrantes.
Diálogos.
Hermoso, Borja (texto); Adrià,
Jordi (fotos). Cultura y ciencia: un
diálogo. Nuccio Ordine & Fabiola Gianotti. “El País” Semanal 2.343
(22-VIII-2021). El escritor y pensador Nuccio Ordine (Diamante, 1958) y la
directora del CERN de Ginebra, Fabiola Gianotti (Roma, 1960).
Entrevistas a Ordine.
Cruz, Juan. Nuccio
Ordine. ‘La economía vale más que la vida humana en la lógica neoliberal’.
“El País” (26-III-2020). El filósofo italiano defiende una educación
humanística de calidad y que la crisis del coronavirus es una oportunidad para
repensar el mundo de un modo solidario.
Hermoso, Borja. Nuccio Ordine. “Estamos más conectados que nunca… pero estamos solos”. “El País” Semanal 2.402 (9-X-2022).
Otros autores.
Hermoso, B. La lucidez de Ordine, Princesa de Asturias de Humanidades. “El
País” (5-V-2023). Reivindica el valor de la educación.
El filósofo italiano Mario Perniola (1941-2018).
Quintana, Miguel Ángel. Obituario.
Mario Perniola. El filósofo que vio venir
la posverdad. “El País” (15-I-2018).
Lozano, Jorge. Imposible, pero real. “El País” (15-I-2018).
El filósofo italiano Franco Rella (1944).
Franco Rella [entrevista en “Babelia” 83 (15-V-1993)], nace y vive en Roveretto, una pequeña ciudad del norte de Italia. Estudia filosofía en Milán y enseña Estética en la Universidad de Venecia. Se mueve entre la filosofía, la literatura y el arte. Preocupado por la narrativa, ha escrito dos novelas (ha insistido en el crácter narrativo de la crítica, en la línea del estadounidense Richard Rorty o el español Rafael Argullol).
Empezó ocupándose de la crítica freudiana. Más tarde se interesó por la mitología de la alteridad presente en nuestra sociedad occidental (el “otro” como realidad) y por los problemas del tiempo, la verdad y el conocimiento, asumiendo categorías estéticas para descifrarlos.
En El silencio y las palabras plantea una reflexión sobre la volatilidad de las ideas, del tiempo, de los sistemas, en un proceso acentuado en el presente, en un mundo orientado obsesivamente hacia el presente y en cambio incesante, de lo que resulta que el hombre se halla proyectado en la incertidumbre, sin protección y sin ideas-madre permanentes, con lo que tiende a encerrarse y aislarse dentro de sí mismo, negando la virtualidad de la acción pues es intrascendente para cambiar la realidad, sometida a leyes irracionales e imprevisibles.
Rella intenta reconstruir una historia de este pensamiento de la precariedad, de la no permanencia, analizando preferentemente la cultura vienesa de principios del siglo XX (un referente constante para los pensadores italianos del norte), pues la considera un ejemplo perfecto de integración de un cambio radical y de la caída de los grandes sistemas del pensamiento (Hegel) y la cultura (Goethe), con un problema emergente: cómo llamar a las cosas; cómo conocerlas.
Plantea la existencia de sujetos parciales, sustitutos del viejo proletariado, un concepto presente ya en Marx (que distinguía entre proletariado, lumpenproletariado y burguesía).
Razona que uno de los motivos de la crisis del marxismo (de los marxismos) ha sido el intento de transformar en sujeto total a un sujeto parcial que no podía pretender asumir toda la subjetividad, entendida como monopolio de la verdad. Como dice Dostoievski: “El dice la verdad, pero eso no es justo”.
Desde el momento en que se pretende monopolizar la verdad afirmándola con exclusión de los otros, se niega la existencia de la no verdad que se le opone y, de ello, resulta una injusticia al sacrificar lo que no está dentro de la verdad. La solución: buscar un concepto de la verdad que incluya los elementos de su discusión.
Se extrae la conclusión de que uno de los papeles de los intelectuales en el seno de la izquierda es el de armonizar el diálogo entre los distintos sujetos parciales que históricamente han conformado el movimiento de izquierdas, aunando los planteamientos hacia una síntesis enriquecedora y nunca excluyente, en eterna tensión creadora. Debemos, en legítima y necesaria consecuencia, adaptar nuestro lenguaje para integrar y no desgajar capas sociales en el proyecto común. Un error común es considerar a los comerciantes o a los ecologistas como ajenos a la genuina izquierda]
Esta línea de pensamiento, radicalmente moderna, se remonta a Heráclito, quien ya decía que no era Eros quien da origen al mundo sino Eris, el conflicto (que no se resuelve nunca en la eliminación de las partes). De aquí Rella pasa a estudiar la tragedia griega, no como relato de acontecimientos luctuosos sino como forma de pensamiento: la fluidificación de los confines (La Orestíada), la admisión de lo que es diverso (Los persas), la discusión de lo que pertenece a la ciudad y de lo que está fuera de ella (Antígona), el conflicto entre lo humano y lo divino (Prometeo, encadenado), lo masculino y lo femenino (Medea).
No es casual que el pensamiento trágico se produzca al tiempo que la democracia en Atenas y que muera con ésta y que luego el concepto de democracia tarde dos milenios en ser repensado, hasta el momento en que la Revolución Industrial en Europa plantea conflictos que no pueden ser resueltos con la eliminación de uno de sus sujetos (o términos), pues la burguesía no puede eliminar al proletariado sin eliminarse a sí misma, por lo que se precisa de una fórmula para gestionar el conflicto sin eliminar al adversario.
Se replantea así el problema de la democracia y, conectado íntimamente, el del conflicto como elemento productivo. En esto la filosofía idealista alemana no ha estado a la altura de la circunstancia histórica. El ejemplo más característico de este desfase es un Heidegger incapaz de criticar el Holocausto. ¿Por qué esta incapacidad?
Porque necesitamos un pensamiento de las imágenes, con la ventaja de que en las imágenes habitan más cosas y muy distintas unas de otras, en oposición al pensamiento del concepto, formado éste a partir de la unidad, del principio de la no contradicción, de la pureza absoluta e inmarcesible. Es una crítica de fondo a los orígenes de la filosofía, como negación de la alteridad y de los lenguajes que hablaba esa alteridad.
Rella plantea como ejemplo de esta negación de la alteridad la obra de Platón, a pesar de reconocer que los diálogos dan siempre la palabra al otro y que casi nunca concluyen con una verdad definitiva y es que si por un lado Platón reconoce una realidad cambiante, unos sujetos cambiantes (lo que Aristóteles empleará para llamar heraclitiano a Platón), por otro añade que no podemos tener conocimiento de esa realidad que cambia y se mueve. En definitiva, no considera la belleza sino la idea de belleza, como si alguien ama a A, B y C no por sí mismos sino por contener la idea de belleza (con lo que está sacrificando sus particularidades como A, B y C). Es por eso que Platón se enfrenta a los poetas pues estos alcanzan el saber a través de la pasión (incluso en el sueño, en la experiencia cotidiana, por cualquier sentido físico y en todo momento), en una mezcla que aquél juzga errónea, por ser opuesta a la única vía válida del saber unitario: la dialéctica.
Para Rella toda la filosofía nace de este error de principio y la solución de la búsqueda del concepto unitario se reproduce ante cada crisis de la filosofía. Descartes reacciona a la crisis copernicana planteando la necesidad de apartar la mente de los sentidos. Como descubrió Foucault, la filosofía no se limita a distinguir entre verdadero y falso, sino que se extiende a la distinción entre razón y locura, asignando a una mente enferma lo que no pertenece al saber filosófico.
Para Rella esta concepción de la filosofía está periclitando y se plantea la pluralidad de estrategias de la filosofía. Cita a Goethe en que entre el hombre y la verdad hay siempre una separación, un hiato. Rella intenta superar este hiato uniendo la razón, la filosofía, el intelecto, la religión, la fantasía e incluso la locura. El hombre tiene muchas posibilidades de conocer el mundo y para lograrlo debe evitar el imperialismo de un saber que se impone sobre los demás.
Rescata a la filosofía, la tragedia y la democracia como los tres valores más importantes de la cultura de Occidente. Y además están estrechamente unidos. Es asombroso que estas formas nacieran hace dos milenios en un mundo de mitos y oligarquía que negaba la pluralidad y la libertad.
Afronta el problema de la crisis de la socialdemocracia, inspirándose en Walter Benjamin.
Socialdemocracia y nazismo tenían en común una idea del pensamiento de la filosofía clásica: pretender unificar el tiempo (el proceso histórico del hombre) en un único proceso unitario y progresivo (el mito del eterno progreso en una sola dirección). El nazismo, con su mitología de la sangre y de la tierra pretendía reducir los tiempos a uno solo. Nos referimos a los tiempos que denotaba Ernst Bloch, los distintos tiempos del campesino y del operario, del hombre y de la mujer.
La socialdemocracia, decía Benjamin, tiene un único mito también: el de la necesidad ineluctable del advenimiento del proletariado al poder, con lo que el proceso histórico ha degenerado en algo inevitable, centrándose la lucha en remover los obstáculos internos a ese proceso más que en luchar contra la burguesía. Así es como Marx lucha contra el lumpenproletariado, el leninismo contra Rosa Luxemburg, Trotski o la socialdemocracia (descalificada como socialfascista). La historia de la izquierda denota sí una especie de horror a la existencia del otro en el seno propio. Era aceptable que hubiera un enemigo externo, la burguesía, pero era insoportable que hubiera uno en el interior. Así se mata al comunista bueno y humanitario porque al sentir piedad por los miserables pone en peligro la unidad del partido y esto, la unidad y la cohesión interna, se convierte en más importante que la solidaridad con los miserables. Es el gran pecado de los partidos comunistas.
El tiempo es otro de los grandes problemas de la filosofía. San Agustín ya decía que era algo cognoscible intuitivamente pero de imposible explicación al “otro”. La filosofía de la historia, la noción de progreso, son tentativas de dar en una única imagen la experiencia del tiempo como memoria colectiva y subjetiva, como esperanza en el futuro o en la revolución, ¡pero siempre en un mismo tiempo, un tiempo único!, lo que requiere una concepción global del tiempo del sujeto y del objeto, de la colectividad y de la Humanidad.
Benjamin plantea una concepción del tiempo con fracturas (interrupciones), un tiempo que no es una flecha continua moviéndose hacia su objetivo, una fluctuación inaprensible, sin definición. Y es que el tiempo es el principal misterio de nuestra existencia, al fusionarse lo real y lo imaginario, lo que existió con lo que existirá, el deseo de un hecho con su realidad tanto en el pasado como en el futuro.
Esto provoca una ansiedad que puede ser religiosa (esperanza en un Paraíso) o política (una revolución universal de libertad y solidaridad), una ansiedad permanente, una tensión existencial que desconoce sus límites y que entronca con las demandas que el hombre no puede evitar, con sus sueños. Vincula el concepto de belleza al de armonía. El concepto de belleza es el que incluye las diferencias. Cita a Dostoievski: “la belleza salvará al mundo”. Todo está en la belleza: la virgen y el diablo, el bien y el mal.
Rella, Franco. Metamorfosis. Espasa. Madrid. (Sobre la mutabilidad de la realidad y del mundo). El silencio y las palabras. El pensamiento en tiempo de crisis. Paidos. Barcelona. 1993. Ha escrito dos novelas: A través del hombre (1986) y La disatenzione (1992).
El filósofo, politólogo y sociólogo italiano Giovanni Sartori (1924-2017).*
El filósofo italiano Raffaele Simone (1944).
Raffaele Simone (Lecce, 1944), lingüista y filósofo, profesor en la Universidad Roma III. Autor de los ensayos El monstruo amable (Taurus, 2008) y El hada democrática (Taurus, 2016), en los que considera respectivamente que la izquierda está en vías de extinción y que el sistema democrático se ha vaciado de contenido y ya no puede satisfacer las ilusiones del Estado del bienestar.
Hermida, Xosé. Raffaele Simone / Filósofo. ‘Somos totalitarios por instinto’. “El País” Ideas (3-VII-2016).