INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA.
El pensador de Rodin es uno de los iconos más famosos de la filosofía, como imagen del hombre maduro que piensa en pausada y tensa concentración.
Las cuatro preguntas clave de
Kant: qué puedo saber, qué debo hacer, qué me cabe esperar y qué es el ser
humano, siendo las tres primeras reducibles a la cuarta.
Índice.
PRÓLOGO.
LA FILOSOFÍA.
Definición de la filosofía.
La diversidad de concepciones de la filosofía.
Los tres requisitos de la Historia de la Filosofía.
Oposiciones características en Filosofía.
Comparación con el arte: viviendo los clásicos.
La escritura de la Historia de la Filosofía.
División de la historia de la filosofía.
Factores en la escritura de la historia de la filosofía: Lógico, Sociológico, Individual.
PRÓLOGO.
Una historia de la filosofía no puede abarcar, en las limitadas posibilidades de un hombre y un libro, la entera evolución de una disciplina tan compleja, variada y antigua.
Una historia de la filosofía no puede ser un compendio de esquemas memorísticos y vacíos de significación, sino que debe procurar una selección de cuestiones y propuestas, marcando unas rutas para que el hombre pueda recorrer el mundo filosófico, con la ayuda de manuales, de monografías y, sobre todo, de los propios textos de los filósofos. La lectura directa de los autores es el principal reto al que se enfrenta el aprendiz de filósofo, lo que, en último término, son todos los filósofos que algunas vez han sido. Así, la búsqueda de información en los manuales no puede suplir el trabajo personal de reflexionar sobre los problemas filosóficos.
LA FILOSOFÍA.
Definición de la filosofía.
La mayoría de las enciclopedias asumen una definición similar a esta:
La filosofía es la ciencia que busca dar una explicación radical e incluso última (según principios últimos) de la naturaleza, del hombre y de sus actos, y de todo conocimiento posible. Se presenta generalmente como un sistema jerarquizado de juicios de valor sobre la existencia y lo real, para orientar la actuación personal y colectiva. En un sentido más empírico, la filosofía sería la ciencia de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales. En un sentido más amplio, la filosofía sería el conjunto de doctrinas con este nombre que se estudian.
La filosofía es sobre todo un hecho cultural, pues refleja la conceptualización que de la existencia como un todo efectúa una cultura o, más ampliamente, una civilización, y está vinculada a los condicionantes sociales, económicos o psicológicos, de la cultura que integra.
La diversidad de concepciones de la filosofía.
Es una paradoja afrontada por todos los que escriben sobre historia de la filosofía el hecho de que, sobre qué es la filosofía, no coincidan del mismo modo ni siquiera dos de las definiciones emitidas por filósofos importantes. A lo largo de toda su larga y variada historia, la Filosofía ha significado muchas cosas distintas. Algunas de estas han sido la búsqueda de la sabiduría de la vida (el significado estricto de las palabras griegas de las cuales deriva el término); un intento de comprender el mundo como un todo; un examen de las responsabilidades morales del hombre y de sus obligaciones sociales; un esfuerzo para penetrar o examinar a fondo las intenciones divinas y la posición del hombre con respecto a ellas; un esfuerzo para fundamentar la empresa de la ciencia natural; un riguroso examen del origen, la extensión y la validez de las ideas; una exploración del lugar de la voluntad o la conciencia en el universo; un examen de los valores de la verdad, bondad y belleza; un empeño para codificar las reglas del pensamiento humano para promover la racionalidad. Esta es una lista no exhaustiva, pero sí bastante indicativa de la enorme complejidad y multiplicidad de los significados que asume la filosofía.
Es difícil determinar un elemento común que permita una definición universal de qué es la filosofía. Una posibilidad es definirla como «una reflexión sobre las variaciones de la experiencia humana» o «la racional, metódica y sistemática consideración de los tópicos que son del mayor interés para el hombre». En todo caso, la filosofía es una actividad meditativa o reflexiva, que no tiene explícitamente designado un tema propio, pero es un método o tipo de operación mental que puede tomar como objeto cualquier tema o tipo de experiencia. Así, aunque hay algunas grandes divisiones de la filosofía de larga reputación, tales como lógica, ética, epistemología (la teoría del conocimiento), o metafísica (teoría de la naturaleza del ser), sus divisiones están probablemente mejor expresadas por frases que contengan la preposición “de”, tales como filosofía de la naturaleza, filosofía del pensamiento, filosofía del derecho o filosofía del arte.
En parte, lo que hace tan difícil el consenso entre los filósofos sobre lo que es su disciplina es precisamente que proceden de campos e intereses muy diferentes, y que asimismo tienen distintas áreas de experiencia. Tomás de Aquino (un fraile dominico del siglo XIII), George Berkeley (un obispo anglicano irlandés del siglo XVIII) y Soren Kierkegaard (un estudiante de teología danés del siglo XIX) vieron la filosofía como un medio de afirmar las verdades de la religión y disipar los errores del Materialismo y el Racionalismo, que, en su opinión, había llevado a aquélla a su decadencia. Pitágoras en la Magna Grecia en el siglo VI aC, René Descartes en el siglo XVII y Bertrand Russell en el siglo XX fueron primordialmente matemáticos cuyas visiones del universo y del conocimiento humano fueron profundamente influenciadas por el concepto del número y por el método deductivo. Algunos filósofos, como Platon y los británicos Thomas Hobbes y John Stuart Mill, se obsesionaron por los problemas del compromiso político y de la vida social, así que cualquier otra cosa que han hecho en filosofía ha sido estimulada por su deseo de comprender y, finalmente, cambiar la conducta social y política de los hombres. Y otros, como los milesios (los primeros filósofos de Grecia), Francis Bacon (un filósofo isabelino) y el filósofo del siglo XX Alfred North Whitehead (un metafísico del proceso) comenzaron por un interés por la composición física del mundo natural, así que sus filosofías se parecen más a generalizaciones de la ciencia física que a la religión o la sociología.
Los tres requisitos de la Historia de la Filosofía.
Una introducción a la historia de la filosofía debe cumplir al menos tres requisitos, como afirma el artículo introductorio de la History of Western Philosophy, de la Encyclopaedia Britannica:
1) Intentar proporcionar una perspectiva sinóptica de la historia de la filosofía.
2) Intentar relacionar las ideas filosóficas con su trasfondo histórico y con la situación cultural de su época.
3) Atender a los cambios en la concepción de la filosofía, en cuanto a su definición y su función.
Oposiciones características en Filosofía.
A través de tanta diversidad se advierten cierta recurrencia a oposiciones características, como la división en la Metafísica entre monistas, dualistas y pluralistas; en la teoría del cosmos entre materialistas e idealistas; en la teoría de la significación entre nominalistas y realistas; en la teoría del conocimiento entre racionalistas y empiristas; en la teoría moral entre utilitarios, auto-realizacionistas y escépticos; y en la búsqueda de una guía responsable a la sabiduría de la vida entre los partidarios de la lógica y los partidarios de la emoción.
La explicación de esas oposiciones se encuentra en la distinción y confrontación entre los impulsos críticos y los especulativos del ser humano, que asimismo se reflejan en dos métodos divergentes: análisis y síntesis. George E. Moore, con su Principia Ethica (1903), es un ejemplo de criticismo y análisis; Platón, con su La República, es un ejemplo de especulación y síntesis.
Platón comienza su obra con una sencilla pregunta sobre la justicia e incorpora continuamente más y más cuestiones: ética, política, teoría de la educación, teoría del conocimiento y, finalmente, metafísica. De una cuestión muy simple, Platón alcanza a discutir sobre todo el mundo.
Moore, uno de los iniciadores de la filosofía lingüística, comienza su obra con una cuestión bastante general: ¿Qué es bueno? y progresivamente descompone la cuestión en series enteras de cuestiones subordinadas, analizando los significados cada vez más minuciosamente, más profundamente, pero siempre con extrema modestia, luchando por crecer en simplicidad y exactitud.
El impulso especulativo y sintético de Platón opera para comprender el todo, al servicio de la unidad. Es el mismo impulso de Parménides, Santo Tomás, Spinoza, Hegel o Whitehead.
El impulso crítico y analítico de Moore opera sobre las partes de una cuestión, al servicio de la claridad. Es el mismo impulso de Aristóteles, Abelardo, Hume, Carnap o Russell.
Hay una tradición filosófica, el positivismo, que considera que la filosofía tiene sus orígenes en la nebulosa de la religión y que evoluciona hasta la pura claridad de la ciencia. Esta representa un progreso necesario, por lo que el positivismo considera un escándalo que los filósofos hablen un lenguaje no sujeto a verificación y considera que la aventurada especulación filosófica sucede cuando los problemas filosóficos surgen prematuramente, antes de que la filosofía posea los medios lógicos para resolverlos.
Aunque el positivismo es una posición no vinculante, expresa indirectamente una verdad: que la filosofía ha dudado siempre entre la tentación de la severidad religiosa y la exactitud científica. En los primeros filósofos griegos es imposible separar las ideas de la divinidad y el alma humana de las ideas sobre el misterio del ser y la génesis del cambio material, y en la Edad Media la filosofía fue conocida como la «criada de la teología». Pero la creciente secularización de la cultura moderna ha revertido profundamente esta tendencia, y el énfasis de la Ilustración sobre la separación de la naturaleza respecto a su divino creador ha colocado los recursos filosóficos a disposición de los interesados en crear una filosofía de la ciencia.
Todavía la búsqueda filosófica de la verdad nos da esperanza, al mismo tiempo que duda, acerca de que los problemas son objetivamente solventables. Con respecto a una total descripción del Ser o un definitivo estudio de la naturaleza de los valores, sólo unas soluciones individuales nos parecen posibles; y debe abandonarse la optimista esperanza de hallar respuestas objetivas que aseguren un consenso universal.
Comparación con el arte: viviendo los clásicos.
A este respecto, la filosofía parece menos una ciencia que un arte y el artista parece más un artista que un científico, pues sus soluciones filosóficas llevan el sello de su propia personalidad y su selección de argumentos revela tanto de sí mismo como su problema escogido. Así como una obra de arte es una porción del mundo vista a través del temperamento, así un sistema filosófico es casi una visión subjetivamente engarzada del mundo. Platón y Descartes, Kant (la figura capital de la filosofía moderna), el pragmatista Dewey, han dado a sus sistemas muchos de los raros aderezos de sus propias personalidades.
Pero si la filosofía no es una verdad en el mismo sentido que la ciencia, tampoco es falsa en el mismo sentido; y esto da a la historia de la filosofía una significación vital que la historia de la ciencia no posee. En la ciencia, el presente confronta el pasado como la verdad lo hace con el error; así, el pasado, para la ciencia, es importante sólo por su interés histórico. En filosofía es diferente. Los sistemas filosóficos no son nunca desmentidos como falsos; son simplemente descartados o apartados a un lado para un futuro uso. Esto significa que la historia de la filosofía no consiste sólo en piezas muertas de museo sino en clásicos siempre vivos, en un permanente depósito de ideas, doctrinas, argumentos y una continua fuente de inspiración filosófica y sugestiones para los que filosofan en el futuro. Es por esta razón que cualquier intento de separar el filosofar de la historia de la filosofía es a la vez un acto rudo y un innecesario empobrecimiento de sus ricas fuentes.
La escritura de la Historia de la Filosofía.
La escritura de la Historia de la Filosofía está controlada por una serie de hábitos culturales y convenciones.
Una convención esencial es la división de la historia de la filosofía. El artículo correspondiente de la Encyclopaedia Britannica la divide en antigua, medieval y moderna (una división histórica muy común en la tradición anglosajona). Esta división triádica se remonta al siglo XVII, cuando fue enunciada por el alemán Georg Horn (1620-1670), profesor en Leyden, en su obra Arca Noe: Sive Historia Imperiorum et Regnorum a Condito Orbe ad Nostra Tempora (1666) y fue seguida en 1696 por Christophorus Cellarius, un historiador alemán. Se desarrolló lentamente en los estudios históricos, hasta su definitiva consagración por Hegel, en sus Philosophiegeschichte, como se conocen sus lecturas de Historia de la Filosofía, entre 1805 y 1830, primero en Jena, luego en Heidelberg y, finalmente, en Berlín.
El tratamiento de la historia de la filosofía ha vivido dos tipos de ordenamiento, según si se concibe aquélla como una historia de las ideas o como una historia de las producciones intelectuales del hombre. En el primer tipo, ciertas ideas o conceptos son vistos como arquetipos (tales como materia, mente, duda) y se condensa el flujo del pensamiento en escuelas, como se comprueba en las obras de Friedrich Lange (Geschichte des Materialismus..., 1866), A. C. Ewing (The Idealist Tradition: From Berkeley to Blanshard, 1927) o Richard H. Popkin (History of Scepticism from Erasmus to Descartes, 1960). En el segundo tipo de ordenación, el historiador, impresionado tanto por los productores de ideas (los filósofos como agentes) como por las ideas mismas, estudia la sucesión de grandes personalidades filosóficas, como vemos en las obras más usuales, tales como la de Emile Bréhier (Histoire de la philosophie, 1926-1932), Bertrand Russell (History of Western Philosophy, 1945) o Karl Jaspers (Die grossen Philosophen, 1957).
Estos dos diferentes tipos de ordenamiento dependen de los dos diferentes posicionamientos antedichos respecto a la naturaleza de las ideas, pero su uso también puede ser influido por factores sociales y culturales. Así, los biógrafos y compiladores de la Antigüedad (Plutarco, Sexto Empírico, Filostrato, Clemente de Alejandría), impresionados por el pluralismo religioso de la época en la que vivían, pensaron que también los filósofos se organizaban en diferentes sectas y escribieron historias de los Sofistas, Escépticos, Epicúreos y otros como escuelas; incluso casi dos milenios después, Hegel, que vivía en un periodo de la historiografía romántica dominado por el concepto del gran hombre en la historia, describió deliberadamente la historia de la filosofía como «una sucesión de mentes nobles, una galería de héroes del pensamiento».
Una perspectiva ecléctica, que se ha convertido en dominante en la historiografía, intenta conjugar los dos principios de ordenamiento, prestando especial atención a las figuras mayores y situando a las figuras menores en las escuelas o tendencias que aquéllos ejemplifican.
Los tres grandes factores en la escritura de la historia de la filosofía se añaden:
1) Lógico. El historiador debe comprender cómo (al menos en parte) algunas doctrinas de los filósofos dependen de las de sus predecesores.
2) Sociológico. Debe comprender que la filosofía del hombre sucede en cierto punto del tiempo histórico y, así, expresa los efectos de ciertas circunstancias sociales y culturales.
3) Individual. Debe comprender cómo en parte la filosofía contiene en parte la personalidad y la situación vital del filósofo. Así, la historia de la filosofía debe mediar en la relación entre ideas, agentes y contextos culturales.
El factor lógico se explica porque es la respuesta intelectual de una filosofía a las doctrinas de sus predecesores, en la cual los problemas centrales son dados por el clima de controversia. Así, muchos de los detalles de los sistemas ético, político y metafísico de Aristóteles surgen de argumentos dirigidos contra las afirmaciones y principios de Platón; mucho de An Essay Concerning Human Understanding (1690) de John Locke está dirigido contra las presuposiciones cartesianas; y mucho de los Nuevos ensayos del entendimiento humano (1704) de Leibniz está, a su vez, dirigido contra Locke.
El factor sociológico se comprende porque la filosofía, en parte, es una creación de la sociedad.
El factor individual se aplica porque los creadores son individuos marcados por su contingencia, su libertad, sus elecciones personales u otros puntos.
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